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De confirmarse el volumen de la cosecha
agrícola de 70 millones de toneladas
para la campaña 2008/2009, la
Argentina pasará a representar
el 2,9% de la producción mundial
de granos, cuando había llegado
a 4,2% un par de campañas atrás.
Al mismo tiempo, Brasil se distanciará
aún más, ya que alcanzará
este año un volumen equivalente
al 5,5% de la producción mundial.
Hace diez años, la diferencia
entre ambos países era mínima,
ya que Brasil cosechaba el 4% del total
mundial y la Argentina, el 3 por ciento.
La importancia de los dos principales
socios del Mercosur en el mercado agrícola
resalta porque ambos países sumados
han aportado entre el 8 y el 10% de
la producción mundial. Pero ese
agregado esconde una situación
paradójica: Brasil ha seguido
con rezago la trayectoria agrícola
de la Argentina, ya que algunas reformas
claves, como la introducción
de semillas genéticamente modificadas,
la privatización de los puertos
y el aprovechamiento de hidrovías,
son políticas que el vecino país
aplicó mucho después,
e incluso todavía no terminó
de instrumentar.
Pese
a eso, Brasil producirá unos
135 millones de toneladas de cereales
y oleaginosas en esta campaña,
casi el doble que la Argentina, cuando
la serie estadística muestra
una brecha mucho menor. La relación
fue de 1,3 a uno en 1999/2000, con Brasil
produciendo 83 millones de toneladas
contra 65 millones de nuestro país
y de 1,4 a uno en 2006/07, con 133 y
95 millones de toneladas, respectivamente.
La brecha se amplió también
en el ámbito de las expectativas.
Mientras que en Brasil hay planes para
llevar la cosecha a 300 millones de
toneladas en 10 años, aquí
seguimos enredados en el "conflicto
del campo".
No
se comete el pecado de soberbia si se
consigna que la expansión agrícola
brasileña se apoyó de
algún modo en el "modelo
argentino". El punto es que, cuando
los caminos se comenzaron a bifurcar,
el aprendiz tomó mejores opciones
que el maestro. Las dudas aparecieron
cuando la suba de precios internacionales
de las materias primas hicieron legítimamente
temer por el costo de la canasta alimenticia.
Al mismo tiempo esos altos precios despertaron
la codicia tributaria.
Otras
políticas
Pues bien: Brasil no cambió su
política impositiva por la coyuntura
y, en cuanto a los precios, absorbió
el impacto inflacionario del año
pasado para llevar la inflación
a una tasa de 4% estimada para 2009.
Al operar por el lado de la demanda,
el gobierno de Lula dejó que
la oferta se moviera sin restricciones,
con resultados positivos en exportaciones
y en el abastecimiento del mercado interno.
La
producción agrícola brasileña
no sólo ha crecido de un modo
relativamente armónico (es menos
soja-dependiente que la Argentina),
sino que ha convivido con una sostenida
expansión ganadera. Es en carnes
y leches donde más nítidamente
se advierte si un país con condiciones
naturales logra o no resolver la contradicción
entre mercado interno y exportación.
Brasil, que a mediados de los 90 participaba
con 2% de las exportaciones mundiales
de carnes, ahora capta el 12,3 % del
mercado. La Argentina sigue oscilando
en el andarivel de 2 por ciento.
Brasil
ha pasado a ser un actor de primer nivel
en el mercado mundial de alimentos al
tomar algunas de las innovaciones argentinas
en materia agrícola y superó
a nuestro país en cuanto a resolver
la contradicción entre mercado
interno y exportación, con más
producción y políticas
que no afectaron las inversiones. También
se resistió a la tentación
cortoplacista de captar rentas volátiles.
La Argentina, que en algún momento
fue pionera en algunas de estas materias,
no debería sonrojarse por "tomar
prestado" algunas políticas
del socio principal del Mercosur.
El
autor es investigador jefe del Ieral.
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