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Inquietante
corolario del desarrollo de las nanotecnologías,
las nanopartículas se infiltran
de modo inédito en el cuerpo
humano y otros organismos vivos, obligando
a los profesionales y los consumidores
a revisar las medidas de prevención
sanitarias, explican los expertos.
Los
profesionales que participan en la elaboración
o producción de esos nuevos materiales,
que serán dos millones hacia
2015, son los más expuestos a
la inhalación de esas partículas
al menos dos a tres veces inferiores
a 100 nanómetros, o sea un diezmilésimo
de milímetro.
Las nanopartículas, sumamente
diversas en cuanto a sus propiedades
químicas, tienen como rasgo común
una muy débil masa, que sin embargo
ocupa, proporcionalmente, una superficie
considerable. "Cuando más
se divide a la materia en trozos pequeños,
más reactiva es y, por lo tanto,
más peligrosa", indicó
Daniel Bloch, médico laboralista
en la Comisión de Energía
Atómica (CEA) francesa, en una
conferencia concedida en París
en el Observatorio de Micro y Nanotecnologías
(OMNT), una estructura común
del CEA y del Centro Nacional de Investigación
Científica (CNRS).
El principio es el mismo que "cuando
uno prepara un plato de salsa con cebolla,
y se la desmenuza para que tenga más
gusto", explicó Bloch. En
la industria, la exposición al
polvo es tradicionalmente medida con
la ayuda de la masa de partículas,
pero con los nanomateriales "la
superficie será probablemente
un parámetro más pertinente
que la masa", estimó.
Según Bloch, "los valores
límites de exposición
profesional podrían ser demasiado
elevados si se tratara de aerosoles
de nanopartículas". Felizmente
existen medios para evitar la exposición,
ya que los dispositivos que son eficaces
con los los gases lo son también
con las nanopartículas.
Más de 550 productos que contienen
estas nuevas materias se encuentran
ya actualmente en el comercio, una cifra
que está en rápido aumento.
Las sustancias más frecuentes
son el óxido de titanio y el
óxido de silicio, usados en las
cremas corporales.
Francelyne Marano, directora del laboratorio
de citofisiología y toxicología
celular de la Universidad Paris 7, recuerda
que "el cruce de la barrera cutánea
no se produce cuando la piel está
sana, pero es posible en caso de insolación,
por ejemplo". Algunos de estos
materiales son también utilizados
en la alimentación, como el silicio
coloidal, que entra en la composición
del chocolate en polvo para evitar la
formación de grumos.
La capacidad de estos nuevos materiales
para pasar de los pulmones a la sangre
y luego a los otros órganos sigue
siendo poco conocida, subraya Marano,
pero hay preocupación porque
"volvemos a hallar el tipo de conformación
del amianto en los nanotubos".
Ya se ha evidenciado al parecer que
las nanopartículas pueden provocar,
en concentraciones elevadas, un estrés
oxidante y por lo tanto inflamaciones.
En la naturaleza, "pueden transportar
por gramo grandes cantidades de contaminantes
conocidos" como el arsénico
o los pesticidas, explica por su lado
Jean-Yves Bottero, director del Centro
Europeo de Geociencia del Medio Ambiente
(CEREGE), en Aix-en-Provence (sur de
Francia).
Por suerte, su impacto a corto plazo
se ve limitado por el hecho de que "las
nanopartículas parecen ser rápidamente
bloqueadas en su transferencia y se
mantienen en el suelo sin alcanzar la
napa freática", señala.
Lo que no impide que al parecer se tenga,
"a escasas dosis y a largo plazo,
una alteración enmascarada del
ADN (patrimonio genético)",
así como efectos sobre la biodiversidad.
Fuente:
Boris
Cambreleng (AFP)
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